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¿Cómo te sentís frente al cambio?

¿Alguna vez te concentraste en registrar cómo te sentís previo al cambio?

Si tuviera que elegir palabras para definir las emociones y sensaciones que acompañaron la decisión de hacer cambios significativos en mi vida serían “incomodidad”, “dudas”, “miedos”, “incertidumbre” y “excitación”. Sin duda, estas palabras encabezarían mi lista.

Días que me levantaba convencida de avanzar y con toda la energía para cambiar; y al siguiente, tal vez, me sentía acurrucada en un rincón, incapaz de moverme …

Un cambio significativo es un proceso continuo que puede resultar incómodo y que, a menudo, supone muchos riesgos, en especial porque estamos hablando de aceptar imperfecciones, cultivar la autenticidad, y decir en voz alta: “soy suficiente tal cual soy”.

Por mucho que nos asusten los cambios, la cuestión es plantearnos un interrogante que nos sugiere Brené Brown: “¿Qué resulta más arriesgado: ignorar lo que la gente pueda pensar de nosotros o hacer oídos sordos a lo que sentimos, lo que creemos y lo que somos?”.

Atreverse a arriesgar no tiene nada que ver con ganar o con perder. Es un acto de valor. El riesgo de perdernos a nosotros mismos es mucho más peligroso que todo lo demás.

Estoy convencida de que vale la pena arriesgarnos e ir en pos de aquello que anhelamos. Sí, nos merecemos ser felices en nuestra vida. Y precisamente es la voz de nuestro propio corazón la que debemos usar como guía.

El cambio no se logra de un día para el otro. Es un proceso de autoconocimiento y reconexión con tu propia voz.

Así como para florecer hay que pasar por todas las estaciones, hacer cambios significativos en nuestra vida requiere saber que necesitamos disponer de tiempo, de paciencia, de confianza, de estar presentes, y sobre todo atentos a nuestras necesidades y a nuestro sentir.

¿Cómo describirías la «previa» a tus cambios?

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